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El pasado veintiocho de febrero, con ocasión de la festividad del Día de Andalucía, nuestros amigos del Ciudad de Granada y del Cullar Vega tuvieron la gentileza de cursarnos invitación para participar en un torneo de convivencia.

Este tipo de torneos engañan, al principio te cuesta un potosí. Madrugar en día de fiesta, autobús hacia Granada, todo el día en la calle, pero conforme transcurre el día te va enganchando, máxime si te lo pasas bien. Que digo bien "cojonudamente bien" y si encima te traes el bonito trofeo que te acredita como campeón ya es la leche.

Retomamos nuestro lugar de partida tradicional. El Hotel Triunfo. Retomábamos nuestro conductor de confianza: Paquito. Que arte tiene. A las diez la caravana del Real Jaén destino a Granada, con un invitado de excepción Sergio con su familia.




Buen ambiente en el bus con destino al municipio de Cullar Vega. Magnificas las instalaciones que nos encontrábamos con una limpieza digna de mención. Tras la llegada y pasar con el baño empezábamos con sobresalto, nuestra semifinal había sido adelantada, con lo cual todos al vestuario y a calentar, previa entrega de la cinta de la pilarica prometida.



La semifinal, como ya teníamos programada, nos enfrentaba al equipo local, formado en su inmensa mayoría por jugadores de segundo año que compiten en la preferente granadina ocupando lugares postreros en la tabla clasificatoria. Tete disponía un once formado por Carlos en portería, Alberto y Juan de pareja de centrales, Jesús y Jairo en los laterales, con Antoñín y López en la manija, Armenteros y Francis en banda, con Javi García de enganche y Moya en punta de lanza.



El partido fue de claro dominio de los nuestros. Si bien en los diez primeros minutos el empuje local y su presión nos hizo que cometieramos ciertas imprecisiones. Tras esos pequeños desajustes, el mister y el equipo leyeron bien el partido y sin un juego excelso las oportunidades empezaron a sucederse, todas ellas monopolizadas por Moya con un denominador común, balones a la espalda de la defensa rival.



En una de esas rompíamos la lata. Si bien la simbiosis fue perfecta, Javier López daba un perfecto pase al espacio en banda izquierda donde Francis recogía el regalo y a su vez enviaba otro presente al bueno de Moya para que éste inauguraba el marcador empujando el balón a la red.







Habíamos efectuado lo difícil abrir la lata. Sin embargo una indecisión defensiva motivó que el equipo local consiguiera la igualada. Para entonces el árbitro ya había empezado a "castigarnos" con un sinfin de posiciones antirreglamentarias. Los nuestros reaccionaron bien y seguián entrando bien por banda. En esta ocasión fue por la derecha y el que puso el centro preciso fue Javier Armenteros para que el "gigante" Alvarito con la testa haciera el segundo de los nuestros poniéndonos nuevamente en franquicia




En cinco minutos ibamos a poner tierra de por medio y, nuevamente, Alvarito anotaba el tercero, al aprovechar una magnifica asistencia de Antonio Manuel. Con tres a uno llegábamos al descanso tras los primeros treinta minutos. En la reanudación la tónica no cambiaba los nuestros eran dominadores del encuentro. Sin embargo, un nuevo desajuste en defensa iba a suponer el segundo gol del equipo local. Ver para creer en media oportunidad el Cullar había anotado dos goles.



Sin embargo los nuestros no iban a dejar resquicio a mayor reacción. Francis de golpe franco ponía el dos a cuatro. Tras el gol del zurdito y la recobrada tranquilidad, volvíamos a la senda del toque y con apoyos en corto buscábamos la espalda de la adelantada defensa rival, quién no era nuestro mayor enemigo sino el Juez de turno que en varias ocasiones, al señalar el pertinente fuera de juego, nos privaba de pintiparadas jugadas para sentenciar el encuentro. Lo que finalmente hicimos por mediación de Bolívar quién aprovechaba la asistencia de Alvaro para hacer el quinto.



En la segunda semifinal el Ciudad de Granada vencía al Natación de Almería por el resultado de cuatro goles a tres convirtiéndose en finalista juntamente al Real Jaén.

Tras el partido, al parque ubicado junto al campo para deleitarnos con las viandas que cada madre había preparado. Como se suele decir una imagen vale más que mil palabras y la mesa que preparábamos sería la envidia de muchos afamados restaurantes y, ya no digamos, cuando el paladar degustaba esos embutidos, ese pulpo, esa empanada, esos langostinos, esos flamenquines etc...



Tras la comida, el café, el puro y la copa, a coger posiciones, aunque alguno, al que no quiero mencionar, bien acompañado de otro al que tampoco voy a nombrar, se empeñaban en dar cumplida respuesta a las neveras repletas de cerveza que el zurdito carrito en mano había llevado desde el bus al parque, pero que en su regreso al bus estaban completamente vacías, a lo que sin duda esos dos, a los que no nombramos, habían contribuido sobradamente porqué a ninguno les gusta la cerveza.


Llegaba la hora de la verdad, porqué las finales, no son para jugarlas sino para ganarlas, aún cuando se trate de un amistoso. Estos partidos te sirven para adquirir competitividad, máxime si juegas con un buen equipo mucho más físico que tú. Tete disponía el once que ilustra la foto, si bien, al igual que en el primer partido, la rotación ordenada por el mister hacía que todos los miembros del equipo dispusieran del mismo número de minutos.



Realizábamos un gran partido. Controlábamos en defensa el mayor poderío físico del Ciudad, principalmente de su jugador número dos y paulatínamente nos adueñábamos del partido, el centro del campo empezaba a coger el timón, mientras que la sociedad Alvaro y Antonio Manuel iban a romper la igualada, el segundo habilitaba un magnífico pase en profundidad al primero quién, superaba al portero en su salidad y tras regatearlo en un palmo anotaba a puerta vacía.

Con las rotaciones ganábamos en frescura física, pudímos anotar el segundo, justo antes del descanso, pero el disparo de Sergio Moya se encontraba con el portero local en su salida. Tras los primeros cuarenta minutos las espadas estaban en lo alto y la renta se antojaba escasas por mor de los méritos contraídos por los dos contendientes.


En la segunda mitdad el patrón de juego no cambió, quizás se hizo más evidente. Tocábamos y tocábamos haciendo que el Ciudad corriera mucho tras el balón sin apenas tenerlo en su poder. Pero su físico era demoledor y a través de balones largos podía acarrear algún peligro. Dicho y hecho un despeje propició una rigurosa falta en la frontal. Fue la primera y la única de ellos, pero Carlos, como los grandes porteros, está cuando se le necesita y firmaba una gran parada.




 
Con solución de continuidad Sergio Moya iba a darnos una cómoda ventaja al anotar el segundo de los nuestros mediante un disparo parabólico lejano que superaba al portero local


Los nuestros sabedores de la importancia del gol lo celebraban con entusiasmo, toda vez que los acercaba sobremanera a hacerse con el título.  Tete ordenaba mayor toque si cabe y el Ciudad bajaba algo los brazos. Más aún cuando Antoñín en un golpe franco marca de la casa hacía el tercer y definitivo gol. Pudimos anotar algún tanto más, pero el travesaño y el cancerbero local lo evitaban.





Con el pitido final llegó una inmensa alegría en las gradas y en el campo. Nuevamente habíamos sido profetas en Granada y nos llevábamos el torneo para Jaén. Lo más importante, sin embargo, era el día de convivencia que todos habíamos disfrutado, como decía Nono "sois los más grandes".






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