El pasado sábado nos rendía visita el líder de la clasificación, con la posibilidad de cantar el alirón de salir vencedores en el partido, como a la postre realmente fue.
Comparecíamos en el Manu Del Moral conocedores los chavales de la baja de Moisés y conjurados para poder dedicarle la victoria a Moi. No pudo ser a pesar del denodado esfuerzo desplegado.
Los once que salieron no lo hicieron enchufados y, los excesos de confianza se pagan, máxime cuando juegas ante un buen equipo que si estaba en el partido. En el minuto uno ya íbamos perdiendo. No pintaba nada bien; sin embargo, si por algo nos hemos caracterizado hasta el momento es levantarnos cuando estamos caídos. Lo hicimos, hasta en dos ocasiones, en ésta primera mitad.
Al gol inicial le respondió el equipo, en la faceta que menos esperábamos, en un balón parado colgado al área. Allí emergía Manu con más testiculina que ninguno para cazar con la testa el esférico y hacer el empate a uno.
El partido estaba igualado en el marcado y en el campo. Ya se estaba atisbando que su solución, para decantarse de un lado o de otro, iba a estar en un alambre. Cada uno con su juego, cada uno con sus bazas estábamos asistiendo a un bonito duelo. Momentáneamente se rompía la igualdad. Un falta en el centro del campo, aparentemente sin peligro, tocó en uno de nuestros jugadores, con tan mala fortuna que el esférico se alojaba en nuestra portería cobrando nueva ventaja el equipo visitante.
Por segunda vez tocaba remar contra corriente y como la fe mueve montañas, nuevamente los levantábamos. Concretamente por mediación de Antoñín quién, con sangre fría, batía al portero del Carolinense en una clara pena máxima señalada por manos dentro del área, al centro del Antonio Manuel. Empate a dos. Las espadas en todo lo alto y a los vestuarios.
Como hemos adelantado, en la rúbrica del partido, el partido se estaba moviendo en un alambre y así fue, se decidió en dos centímetros o sesenta segundos. Nos explicamos o mejor dicho lo ilustramos con una imagen
¿Entró o no entró?. No se marchó rozando el poste por dos centímetros y a los sesenta segundos, estábamos sacando de centro por mor del tercer y definitivo gol del Carolinense. El saque de meta llegó a su medio centro quién, con calidad, puso un balón a la espalda de nuestra defensa y su delantero superaba a Carlos en la salida.
Tete sin nada que perder, decidió jugar con una línea de tres atrás en búsqueda del empate, sabedor de los riesgos que ello comportaba. Pero como de cobardes nunca se ha escrito nada, fuimos a la "guerra" - metafóricamente hablando que luego, según dicen, nos critican por nuestro lenguaje beligerante, quizás en una atonía meridiana del rico acerco castellano y de sus enormes figuras literarias - .
El partido se tornó loco, cualquiera pudo anotar, pero nadie lo hizo y tras el pitido final la afición visitante, muy deportiva durante todo el partido (lógicamente dos dieron la nota pero ya se sabe) celebró con sus jugadores un merecido título de liga y el ascenso a competición autonómica, donde ojalá nos encontremos para tomarnos la revancha deportiva con aquellos con los que compartimos año de nacimiento. Hay que felicitar deportivamente al Carolinense por su título al que sin duda se han hecho acreedores y por supuesto a los nuestros por el magnifico partido disputado no perdiendo nunca la cara al mismo y sabiendo competir hasta el final.
No hay comentarios: