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» » LAS ESPADAS EN TODO LO ALTO: MUTRAYIL 3 - FUNDACION REAL JAEN 3


El pasado domingo rendíamos visita al Mutrayil en los octavos de final del campeonato de Andalucía de Clubs. La caravana, con retraso, debido a los olvidos de D.N.I, partía en bus hacia el territorio de las “ricas quisquillas”. Tras dar la vuelta al pueblo localizamos el pabellón antiguo de Motril, al lado del Campo Santo de la localidad.

Buen ambiente en las gradas y enorme deportividad en la pista, donde se volvían a encontrar los chavales que disputaron la final del campeonato de Andalucía la pasada temporada. Si bien el equipo local contaba con algún que otro componente de segundo año y nosotros contábamos con varias incorporaciones respecto al pasado ejercicio y alguna que otra baja por mor de las consabidas lesiones.

El partido fue un “toma y daca” enormemente equilibrado. Un equipo diseñado por y para el fútbol sala frente a otro que únicamente juega partidos, cada uno con sus bazas en la pista, con un buen arbitraje en la pareja designada a tal efecto.

El quinteto de salida formado por Carlos, Alberto, Francis, Antoñín y Jairo. Después se incorporarían Bolívar, Armenteros, Alvaro, Moya, López, Juan y Christian.

El partido empezó, como si de una final se tratara, los dos equipos recelosos y cautelosos. Ninguno quería tomar en mando de las operaciones y así pasaba el tiempo hasta que llegó la primera oportunidad por mediación nuestra con un tiro al palo y el rechace llegaba a Antoñín que en lugar de romper quiso colocar marrando la oportunidad. Con solución de continuidad una falta en contra supuso la primera del Mutrayil, enseñando sus bazas, el balón parado. Disparo fortísimo al que respondió Carlos certeramente.

El encuentro se había abierto algo, acumulábamos dos ocasiones claras, una por mediación de Antonio Manuel y otra de Antoñín, al margen de otra donde Bolívar no pudo disparar con prestancia con su pierna mala. Ya habíamos advertido del potencial del equipo local a balón parado, una mano de Alberto, con jugada ensayada supuso el primero del Motril. La exhibición a balón parado del Mutrayil seguía. Los nuestros habían acusado el mazazo del gol y no salían con celeridad a los saques de banda, propiciando cuatro disparos, casi consecutivos, espléndidamente resueltos por Carlos. Reaccionábamos a través de una oportunidad de Moya y López, resueltas, por ambos, mediante sendos disparos flojos.

El partido se ponía feo. Alberto cometía una falta (entraba con fuerza, daba balón pero ese ímpetu en sala es falta), doble penalti y gol. Dos a cero.

En estas crónicas me he cansado de repetir que cuando nos caemos nos levantamos. Antonio Manuel recogía el mando de las operaciones atacantes, la primera se la sacaba el portero con un buen pie; la segunda se la enviaba a corner y, la tercera, acabó en las redes. Dos a Uno a falta de un minuto, a pesar de una ocasión para cada bando el partido languideció en su primera parte.

La segunda parte fue otro cantar. La Fundación salió con decisión y a por el partido. No se especulaba tanto y se presionaba más arriba. Acumulábamos varias ocasiones Armenteros, López, Bolívar y Antoñín con Carlos era el quinteto de partida con Carlos en portería quién ya no tenía tanto trabajo. Tete ordenaba cambios en el cuarteto en pista, Juan, Jairo, Francis y Alberto seguían con el trabajo bien hecho.

Alberto cortaba un balón y en carrera asistía a Juan quién entrando por banda anotaba el empate. Si, Juanito Pichichi, como Amador el de aquí no hay quién viva, se había estrenado como goleador, enorme alegría en la celebración, por el empate y por su autor. Juan, el bueno de Juan, se lo merecía.

Habíamos hecho lo más difícil, pero el Mutrayil es un gran equipo, con jugadores de calidad y grandes ejecutores. Una iban a tener y, otra vez, por delante, tres a dos. Pero el partido estaba de nuestro lado y seguíamos, como hormiguitas, miga a miga, inclinándolo aún más. Necesitábamos el empate y se consiguió. Nuevamente Antonio Manuel, de la nada, recogía un balón en el área, sentaba a su par en una baldosa y con la derecha hacía el tres a tres.

El resultado era magnífico para la vuelta, máxime teniendo en cuenta que habíamos estado al borde del precipicio. Tete leyó el partido y optó por nadar y guardar la ropa. Idéntica lectura efectuó el mister local y de manera subliminal firmaron tablas en el marcador.

La eliminatoria se decidirá el sábado en el central de La Salobreja. Ambos equipos son muy parejos y ésta se puede decantar para cualquiera de ellos.

Tras el partido, no hubo quisquillas, pero si juerga. El autobús a la playa, donde el Duque nos indicó. En todos estos años habíamos hecho de todo, nos quedaba una barbacoa en la playa. Dicho y hecho, cocineros de excepción; José y el Duque, un pinche de categoría, Juan. Las cervezas gran reserva y frías, hasta Toribio las saboreo. La carne adquirida por doña Isabel. Los niños, hay los niños, jugando al fútbol y uno hasta en el agua. Francis tuvo arrestos de bañarse. Y las de Lobatón, las que fueron en busca del pan, ¿Qué harían?, tres cuartos de hora para nada o para mucho, nunca se sabrá. La vuelta en el autobús con un protagonista. Lo adivinan sí, el de la risa, el que no le gusta la cerveza.

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